por Crystal Schippling
Mi taza de café dice: “Coordinadora del caos”. La vida en el trabajo y en casa no sigue un patrón ordenado. Se me da bien organizar, pero la verdad es que no se nota al ver mi oficina o mi calendario (si es que lo encuentras).
Tengo una familia grande y llena de energía compuesta por mi esposo pastor, seis hijos, once nietos y al menos nueve “nietos” peludos con cuatro patas. Así que sí, soy bastante mayor. También tengo el privilegio de ser pastora de una pequeña iglesia en la que ayudamos a los más necesitados de nuestro barrio proporcionándoles comida y ropa. A partir de ahí, la ayuda crece conforme voy aprendiendo cuáles son las necesidades más profundas de los que pasan por nuestras puertas. Y sigo dando batalla. Simplemente he aprendido un par de cosas que me ayudan a seguir luchando cuando quiero rendirme.
Hace años, pasé por mi primera experiencia difícil con la que aprendí lo que era una depresión clínica. Todo parecía estar más allá de mis capacidades. Incluso bañarme, vestirme, lavar los platos, lavar la ropa y otras tareas ordinarias me parecían imposibles. Fue entonces cuando recibí una bendición de Dios de una fuente inusual: una novela de Agatha Christie. La forma en que parafraseo lo que Dios me mostró es: “¡Haz 10 cosas imposibles antes del desayuno!”. Mis primeras 10 cosas imposibles incluían salir de la cama, ducharme, vestirme, etc. Parece bastante básico, pero funcionó: no me quedaba en la cama. Afrontaba el día… y hacía al menos un par de tareas.
Por más que la vida sea un caos abrumador, Dios no se siente abrumado. No espera que yo sea todo para todos -incluso para mí misma-. Él es realmente el único Coordinador del Caos. Dios habló, y la luz surgió de la oscuridad, la forma surgió de la nada, la calma surgió de la tormenta, la vida creció en medio de los huesos secos y la muerte. Dios trae el consuelo y el valor para luchar.
También encontré una lista de cosas que podía hacer cuando la vida parecía girar bruscamente. Porque a pesar de toda la gente y las cosas buenas que me rodean, todavía tengo días en los que me siento sola. A veces me siento como un fracaso, me entran ganas de meterme debajo de las sábanas y esconderme del caos. En esos días no me interesa librar NINGUNA batalla.
El autor original de esta lista ha quedado en el olvido, pero estoy muy agradecida de que Dios me haya hecho descubrirla. Practico lo que predico y todavía me ayuda. Creo que puede ayudarte a ti también.
- Escucha música que eleve tu alma y te haga bailar y cantar.
- Ilumina tu entorno con colores vivos y luz (incluso una taza de café barata, una alfombra o una vela encendida sirven).
- Elige un proyecto para ayudar o animar a alguien, como un vecino o alguien que no sale mucho.
- Sal de casa durante unos minutos todas las veces que puedas.
- Comienza un frasco de bendiciones y agrega notas describiendo cómo Dios te ha ayudado en tu vida.
- Coloca mensajes de aliento en los lugares en los que te enfrentas a la batalla. Si salir es una lucha, pon uno en tu bolso o en tu puerta. Salir de mi casa sigue siendo una gran prueba, pero una vez que salgo, consigo la victoria.
- ¡Ora!
La canción de UPPERROOM, “Surrounded (Fight My Battles)”, me llega al corazón. “Puede parecer que estoy acorralado, pero estoy rodeado por Ti”. Si la depresión u otras condiciones crónicas te envuelven, ¡sigue luchando! Dios está contigo en todo momento, y Él trabaja cada día en tu vida. Algunas de las mejores bendiciones vienen en medio de la batalla, no al final. Sigue atento a las bendiciones, pequeñas y grandes, porque hablan de vida y esperanza.
¡Que Dios te haga sentir hoy que su amor te envuelve!
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Crystal Schippling y su esposo, Gary, son copastores de una pequeña iglesia cerca de Detroit. Es un grupo muy diverso de personas que han pasado por momentos difíciles en la vida. Se fortalecen y restauran mientras sirven a su comunidad de muchas maneras. Crystal disfruta compartiendo lo que Dios está haciendo aquí y ahora. Ha sido portavoz de las mujeres durante varios años.